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Fotografía: Mahqui Carrillo |
Tal vez la llegada del amor sea uno de esos eventos que nos sacuden y alteran el orden de todo lo ya establecido. Se presenta y la mirada cambia. Los sentidos se agudizan, las ideas se revuelven, las cosas cobran nuevo sentido y todo parece distinto aunque sea igual. Puede ser que sea eterno, puede ser que dure la víspera; pero sentir es en sí un evento extraordinario, aunque luego lo lleves a la rutina, a tu andar en círculos.
Sólo Dios sabe por qué vivimos lo que vivimos y por qué nos toca de pronto repasar lecciones en esta vida. Será que somos tan obstinados que no alcanzamos a aprender a la primera, o aprendemos algo que no se suponía que aprendamos. Tal vez hay cosas que debemos dejar pasar de largo y no intentar tocar, ni siquiera voltear a ver. O será que justo hay que ir tras ello, cueste lo que cueste. Es posible que haya sentimientos que no se deban sentir o que debamos sentir sin que lleguen a alterar lo que ya es. No sé si haya respuesta correcta para esas interrogantes.
A veces me sorprendo con una sensación de ya haber pasado por situaciones que aunque no son idénticas, a mí me llevan a un estado parecido en el que me tengo que cuestionar para emerger con un crecimiento. Mi ganancia esta vez es saberme dueña de mí, de mis decisiones y de mis consecuencias. Ya no me siento perdida. Esta vez no pretendo ser perfecta. Esta vez voy libre, voy sintiendo, voy recibiendo y voy dando: voy siendo yo. La vida me ha dado la oportunidad de integrar a mis círculos experiencias nuevas y hermosas para que deje de clavar la vista en el suelo y vea al frente y no me pierda de nada y todo lo sienta y todo lo disfrute... Esta vez Corazón va mejor por la vida. Hay luz.
Nos seguimos leyendo. Que tengas bonita vida... de Corazón.
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