Soy alguien que de a poco ha ido creyendo. Quizá porque el Padre ha tenido a bien darme guiños que alcanzo a percibir, o sea que, también me ha concedido la capacidad de percibirlos. Pueda ser que he ido creyendo porque así me ha convenido... y me sigue conviniendo. Estoy asistiendo a un taller de oración, cosa que recomiendo bastante. Me sigue sorprendiendo cómo Dios obra en mí y de la nada deja inquietudes en mi corazón, al grado de que no estoy en paz hasta que doy con aquello que Él me tiene destinado, este taller, por ejemplo. Justo hoy, tocamos el tema de la fe.
Para mí la fe era creer sin tener prueba alguna de que algo es o que algo ocurrirá. Parece que he evolucionado un poco y ahora fe es tener la certeza de que lo que ocurra es lo mejor que puede ocurrir y que en todo hay un bien. Antes sentía que debía ocurrir algo bueno... que la respuesta de Dios tenía que ser positiva. Hoy estoy convencida de que Dios, responde sí, no y a veces -tal vez muchas para nuestro gusto- calla. Me parece que esa es la parte más dura de la fe, el silencio de Dios. Uno se desespera, se siente desamparado, parece que las situaciones lo ahogan, el alma se desgarra... y Él, permanece callado. Cuando más lo siente uno es, quizá, en la enfermedad de alguien amado. Pareciera que súplicas y veladoras encendidas no son suficientes para conmover el favor de Dios. Es tanto nuestro deseo de que la salud regrese a nuestro ser querido que nos parece que Dios se aleja, que nos ignora, que nos abandona. Cuando Dios, simplemente está siendo Dios...
Fotografía: Mahqui Carrillo
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih9J9kc28dXVCtQpjS6ny7j0K33iJzOEGdajik7hIKgD_9wARYK_g8v3S9u6Ic00nMuWGLx83cD7p39qc2wZrOCjwi_2LH3FtXtw0guMWSqnSglX4rzwnr4rbRgsQBVBAF_YMV7aKyS4c/s400/1473315978930.jpg)
Cuando, en mi limitado entendimiento, quiero explicarme el porqué de ciertos acontecimientos, me voy a las piezas de una maquinaria perfecta, a los engranes. Cómo estos van dando vuelta e impulsando al siguiente, y al siguiente y al siguiente, de manera que existe un equilibrio perfecto que mantiene a la máquina trabajando bien... pero qué pasa si alguno falla, si no cumple con su función... pues que todo se detiene, que lo que no hizo uno, va a evitar que el otro funcione correctamente y así sucesivamente... hasta que la máquina deja de funcionar. Un tanto así es una familia, una comunidad, y en sí, la humanidad... Luego de que hemos obrado de cierta manera, claro que vendrán consecuencias, con algunas podremos con nuestros propios medios, y con otros, sólo Dios podrá ayudarnos a salir adelante, no necesariamente solucionándolos, sino fortaleciéndonos para asumir las consecuencias. Pero que quede bien claro, que en todo, en lo que nos gusta y en lo que nos disgusta, hay un bien y siempre está Dios.
Tengo una canción para ti... también de Álvaro Fraile... se llama Aún te busco y habla, precisamente, de cómo a veces nos cuesta encontrar a Dios porque parece que se esconde y permanece en silencio. Te la comparto, esperando que pronto lo encuentres.
Nos seguimos leyendo. Que tengas bonita vida... de Corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario