"Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos".
Creo que ahora es cuando realmente entiendo el capítulo 21, donde se da el encuentro entre El Principito y el zorro. Ahí, creo yo, radica la riqueza de la obra de Antoine de Saint-Exupéry, en mostrarnos de una manera sencilla y dulce, la maravilla de dejarse domesticar, es decir, de crear lazos, de tomarte el tiempo de conocer y amar a alguien. Que nada se da a las apuradas, que se requiere una entrega mutua y comprometida para que ambos disfruten de las mieles del quererse y saberse queridos. Basta quizá un primer encuentro para darte cuenta de que te interesa conocer a alguien, pero es a través del trato cotidiano que encuentras fascinante asomarte al mundo del otro y, lo mejor, darte permiso de verlo con el corazón dejando a un lado a los ojos que, a veces, no alcanzan a percibir la verdadera belleza de las personas.
En una entrega anterior, hablaba de cómo la inspiración de alguien, su particular forma de ver la vida y especial manera de plasmarla ya sea en un libro, en una pintura, en una canción, en un poema, etc., puede alcanzar a tocarnos el alma a pesar de que no compartimos ni las mismas experiencias ni la misma realidad. Eso exactamente me pasa con Antoine de Saint-Exupéry, me identifico con su bella manera de decirle al mundo, a través de la inocencia de un Principito, que vale la pena hacerse como niños para vivir en plenitud.
Gracias, Antoine de Saint-Exupéry, por dejar un hermoso par de seres andando por el mundo, capaces de transformar vidas -al menos la mía no es la misma desde que me los topé- y gracias, también, porque he podido experimentar lo que es tener mi propio campo de trigo lleno de recuerdos hermosos que me hacen disfrutar el pensar en mis propios principitos, a quienes llevo en el alma, a quienes he sido capaz de ver con el corazón y que me permitieron crear un lazo de cariño eterno, aunque físicamente no están conmigo.
Claro que una vez que creas el lazo y hay que dejar partir al ser querido, viene la siguiente gran lección:
"Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco."
Pero esa es otra historia...
Nos seguimos leyendo. Bonita vida... De Corazón.
En una entrega anterior, hablaba de cómo la inspiración de alguien, su particular forma de ver la vida y especial manera de plasmarla ya sea en un libro, en una pintura, en una canción, en un poema, etc., puede alcanzar a tocarnos el alma a pesar de que no compartimos ni las mismas experiencias ni la misma realidad. Eso exactamente me pasa con Antoine de Saint-Exupéry, me identifico con su bella manera de decirle al mundo, a través de la inocencia de un Principito, que vale la pena hacerse como niños para vivir en plenitud.
Gracias, Antoine de Saint-Exupéry, por dejar un hermoso par de seres andando por el mundo, capaces de transformar vidas -al menos la mía no es la misma desde que me los topé- y gracias, también, porque he podido experimentar lo que es tener mi propio campo de trigo lleno de recuerdos hermosos que me hacen disfrutar el pensar en mis propios principitos, a quienes llevo en el alma, a quienes he sido capaz de ver con el corazón y que me permitieron crear un lazo de cariño eterno, aunque físicamente no están conmigo.
Claro que una vez que creas el lazo y hay que dejar partir al ser querido, viene la siguiente gran lección:
"Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco."
Pero esa es otra historia...
Nos seguimos leyendo. Bonita vida... De Corazón.
tengo presente una carta que recibí cuando era una adolecente, era una carta de una compañera de la secundaria, se había terminado la escuela e iniciaríamos otra etapa en escuelas diferentes.
ResponderBorrarVivíamos en la misma ciudad, sin embargo no muy cerca en domicilios y era otra época por lo tanto no soliamos visitar así nada más a las compañeras de clase. Pero no por eso imposible para quien quiere estar presente.
Recuerdo la emoción, de escuchar al cartero y decir mi nombre, esa carta era para mí !!!
Desde entonces yo sabía que mi amiga tenía el don de escribir... una frase que sigo teniendo presente y es precisaente que en la carta me hablaba de de nuestras vidas incluyendo en ello, pequeñas frases del Libro del principito y decía algo así.
Me has domesticado.
Y sí, en efecto, el corazón se domestica, y es verdad que se corre el riesgo de llorar un poco.
Y si en aquella carta también decía algo así:
Tomaremos caminos distintos, espero que tomes uno a la par mío.
Y bueno Dios fue haciendo su parte para que así fuera, sino siempre si por muchos años gracias a Él.