miércoles, 17 de agosto de 2016

La sublime lluvia y el Agua Viva

Viene otra más


Esta tarde llovió... Algo que Corazón disfruta enormemente son los días de lluvia. Es algo que llena de manera sublime los sentidos: inicia con el olfato, el petricor (olor a tierra mojada) anuncia la llegada de la lluvia. En tardes como hoy, al oído llegan los truenos que interrumpen el pacífico golpeteo de las gotas al llegar al asfalto. La vista se deleita con los relámpagos que rompen las nubes grises con destellos de luz; lo mismo que con la danza de las gotas que resbalan por los cristales... Si vas un poquito más allá, puedes hasta dejarte tocar por la lluvia, que fresca te acaricia... Cuánta perfección en un espectáculo... Los días de lluvia invariablemente me traen a cuenta de que al igual que los árboles reavivan el verdor de su follaje tras la lluvia, experimentar a Dios como manantial inagotable de Agua Viva también renueva nuestro brillo como personas. Quien se expone a dicho manantial, se siente saciado y, no sólo eso, se descubre con necesidad de ir acercando a otros a dicho manantial. En días de lluvia, me permito contemplar en silencio, dejo que Dios hable y me diga cuánto me ama, porque eso me dice a través del agua que es vida y mientras nos ame, buscará darnos vida. En fin... tal vez sea una romántica que quiere ver el lado bonito de la lluvia y no el caos de baches y lagunas que se forman por calles y avenidas de mi tierra... igual y sí... yo prefiero ver lo que le hace bien a Corazón y la lluvia siempre me hace bien... Bonita noche.

Nos seguimos leyendo.  Que tengas bonita vida... De Corazón.

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